Edu era un chaval cualquiera dentro de una ciudad en la que todo el mundo era igual a simple vista. Pero Edu se solía ver a sí mismo como superior y no estaba dispuesto a perder el tiempo con pequeñeces ni cosas que no le importaban. Eso le trajo a Edu consecuencias desagradables. Su abuelo era, quizás, la persona que más le quería, pero Edu era demasiado tonto o ingorante y egocéntrico para no darse cuenta de ello.
Más de una vez su abuelo quiso compartir momentos con su único nieto, cosas que a Edu le resultaban aburridas y las rechazaba. Su abuelo, por ejemplo, tuvo una vez ilusión por salir a pasear al campo con su nieto para contarle como era su vida de joven y compartir palabras.
-No me interesa lo que te pasara, bastante tengo ya con lo mío.
Algo así fue la respuesta de Edu a su abuelo respecto a su oferta. Y era así todo el tiempo. Su abuelo cada vez se encontraba más afectado, pues a pesar de esa frialdad seguía queriendo a su nieto como nadie y como a nadie.
Un día en que Edu tuvo un conflicto con sus amigos y necesitaba un hombro para llorar, fue a acudir a su abuelo, pero se encotró con la noticia de que éste acababa de morir mientras dormía, cansado, angustiado... En ese momento Edu recordó la cantidad de malas palabras y rechazos que le había lanzado a su abuelo, y comprendió que murió apenado por su nieto. Y ya era tarde para disculparse y decirle que le quería cara a cara.
Moraleja:
Hemos de ver más allá de lo que nuestros ojos nos permiten. Tenemos más de lo que creemos y no estar agradecidos por ello puede ocasionarnos malas consecuencias. Hay que aprender a mirar por los demás y a pensar en el sentimiento ajeno y no sólo en el de uno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario